Si pensamos en ansiedad, automáticamente la asociamos a algo negativo. Sin embargo, la ansiedad es la respuesta psicofisiológica de nuestro organismo, que se dispara cuando las personas nos encontramos en peligro, cuando nos sentimos amenazados. Tiene una función totalmente adaptativa y nos ayuda a reaccionar con rapidez en situaciones límites o amenazantes, como por ejemplo, frenar rápidamente cuando vemos un accidente, coger a los niños si van hacia un sitio peligroso o defendernos si alguien quiere aprovecharse de nosotros. En estas y otras muchas más situaciones, la ansiedad es nuestra aliada y nos ayuda a mantener a nuestra familia y a nosotros a salvo. Entonces ¿por qué sufrimos de ansiedad en situaciones que de manera objetiva no son peligrosas? Por nuestros pensamientos.
Para que las personas en una situación sintamos ansiedad tiene que darse un elemento clave, identificar esa situación como peligrosa. Imagina que te has preparado una reunión y tienes que hablar delante de 50 personas. Antes de entrar en la sala, empiezas a pensar “lo voy a hacer mal”, “se van a reír de mí”, “van a pensar que no tengo ni idea”, “si se dan cuenta que estoy nervioso, van a pensar que soy inseguro”. Todos estos pensamientos provocan que percibas la situación como una amenaza, disparándose el sistema de la ansiedad, ya que le decimos que estamos en una situación peligrosa.
Y esta ansiedad, a diferencia de la ansiedad adaptativa, no sólo no nos pone a salvo de un peligro, sino que no nos ayuda a realizar de manera adecuada la reunión. Esto puede convertirse en un problema para hablar en público, generándonos inseguridad y miedo para futuras situaciones similares. Debido a que nosotros interpretamos las situaciones como peligrosas (aun no siéndolas), activamos nuestro sistema nervioso y nos provoca estas sensaciones desagradables. La ansiedad es, en estos casos, desadaptativa, ya que no nos ayuda a protegernos de un peligro real, y puede generarnos problemas o dificultades a corto, medio y largo plazo con la misma.
La ansiedad, por lo tanto, no es nuestra enemiga, sino que es una respuesta de nuestro organismo que nos es útil. El problema es presentar ansiedad desadaptativa, y esto tiene que ver con cómo interpretamos nuestras experiencias.