Saber diferenciar entre dolor y sufrimiento es clave para entender la ansiedad
Las personas que más sufren normalmente atribuyen lo que les sucede a factores externos, no se responsabilizan de lo que les ocurre y, por ende, tampoco se atribuyen a sí mismos la búsqueda de soluciones. Responsabilizan a su buena o mala suerte, o consideran los acontecimientos como más o menos justos. Y ocurren situaciones adversas que no podemos controlar, pero en nuestra mano está la manera de interpretarlas. Aquí diferenciaríamos entre dolor y sufrimiento.
¿Qué es el dolor?
El dolor es una sensación física (dolor que sentimos al darnos un golpe contra una mesa) y emocional (dolor que sentimos ante la muerte de un ser querido). Es una sensación natural, necesaria para vivir y madurar. Sin embargo, cómo reaccionemos a este dolor, cómo lo interpretemos marcará nuestra manera de ver la vida. Hay situaciones adversas que ocurren sin que nosotros podamos hacer nada para evitarlas, situaciones que se enfrentan a nuestras necesidades, expectativas y deseos. Ante estos casos, nuestra reacción es quejarnos, protestar y adoptar una actitud victimista que puede alargar el sufrimiento. Pero si aceptamos y abrazamos el dolor, promovemos un cambio constructivo. De lo contrario, quejarse y no aceptar una situación (mi pareja me ha dejado, me han despedido del trabajo), no consigue ningún cambio. Como dijo Buda, “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.
¿Qué es el sufrimiento?
El sufrimiento es otra cosa. Surge cuando no aceptamos lo que nos sucede y cuando no aceptamos el dolor. El sufrimiento no tiene nada que ver con lo que nos ocurre, sino con la manera en que interpretamos el hecho en sí. Con los pensamientos y la interpretación negativa, alimentamos nuestro dolor.
¿Cuándo se produce la ansiedad?
Cuando este sufrimiento se mantiene en el tiempo sin conseguir controlarlo, nos sentimos indefensos y pueden empezar los síntomas de ansiedad. Otorgamos una mayor preocupación a las situaciones que consideramos adversas, lo que puede afectarnos en nuestra rutina.
La ansiedad es una respuesta natural de nuestro organismo cuando nos sentimos amenazados. Pero el problema existe cuando se tiene ansiedad en circunstancias no peligrosas.
Síntomas de la ansiedad
- Preocupación excesiva durante las actividades diarias
- Dificultad para controlar la preocupación constante
- Falta de concentración
- Taquicardia, sudoración, presión en el pecho
- Cansancio constante
- Dolor de cabeza, muscular o estomacal
- Problemas de sueño
- Realizar comportamientos para comprobar que aquello que te preocupa se encuentra bien
Si sientes que tienes ansiedad prolongada, es recomendable acudir a un profesional psicológico. En Clínicas Origen ofrecemos tratamientos para la ansiedad. Mediante la terapia cognitivo-conductual, enseñamos a entrenar y poner en marcha herramientas y estrategias para disminuir esa ansiedad.