¿Eres impulsivo? tienes predisposición a reaccionar de forma inesperada y rápida ante las situaciones. Puede que no reflexiones sobre los asuntos hasta que ya has respondido a ellos.
¿Eres emocional? ¿Te resulta fácil ponerte en el lugar de otros? Consideras que sientes con mayor facilidad y de manera profunda e intensa. Puede que te afecten mucho las críticas o que en ocasiones ante situaciones de estrés afloren tus sentimientos y rompas a llorar.
¿Eres racional?¿Pasas mucho tiempo pensando en cómo deberías actuar? ¿Tardas mucho en tomar una decisión y no sueles dejarte llevar por tu primer impulso? Prefieres parar y reflexionar acerca de sus pros y contras ¿o en cómo rectificarías lo que ya has hecho?
¿Con cuál definición te has sentido más identificado?
¿Te has sentido identificado con alguna de las anteriores definiciones? Puede que sí, pero, vuelve a leerlas y párate a pensar si en determinadas facetas de tu vida, en determinados momentos has podido actuar de una u otra manera.
Seguro que aunque haya demandado un poco más de esfuerzo por tu parte, has encontrado ejemplos en los cuales podrías sentirte identificado en cada definición. Esto se debe a que dentro de ti existen todas estas opciones, simplemente en ciertos momentos se activan una más que otras y, probablemente hayas generado una ‘tendencia’ a priorizar en alguna de ellas.
Existen otros caminos
Visualizate con un trineo en la cima de una montaña llena de nieve. El objetivo es bajar la montaña, así que te colocas arriba del trineo y bajas por un camino que comienza a construir tu trineo a su paso. Una vez abajo, subes en un telesilla y estás en la misma situación de antes: con tu trineo en la cima de la montaña y con el objetivo de bajar de ella. Sin embargo, ahora que ya hay un camino hecho, si sales desde exactamente el mismo punto del que lo hiciste antes, será mucho más fácil que el trineo siga por este camino que por cualquier otra parte de la montaña.
El cerebro humano funciona con pautas, repetición y patrones. Cuantas más veces le ‘entrenes’ a realizar una determinada acción, más fácil será que la repita y lo hará de manera más mecánica.
Cuando tú has ‘alimentado’ a tu cerebro con una manera de hacer las cosas, y lo has repetido tantas veces, al final es lo que te sale de manera innata y muchas veces, ni siquiera eres consciente de que ese no era el único camino que existe para bajar de la montaña. Hay otros caminos, que no están explorados, pero te pueden llegar a tu mismo objetivo de maneras diferentes o a descubrir otros lugares de la montaña.
Tomar consciencia
Tomar consciencia del porqué profundo de tus decisiones, analizar de qué parte de tu cerebro están viniendo:
- Cerebro impulsivo: dejándote llevar por tu instinto.
- Cerebro emocional: dejándote llevar por la influencia de tus emociones —miedo, alegría, tristeza, ira…—.
- Cerebro racional: analizando la situación de manera «lógica» y objetiva.
Es el primer paso para poder valorar si «tu elección» es útil con el objetivo que quieres conseguir. No hay una manera buena y otra mala de actuar, todas pueden ser útiles depende de en qué contexto o de tu objetivo.
«No hay manera buena o mala de actuar, todas pueden ser útiles depende de para qué».
Una de las cosas con las que podrás profundizar con tu psicólogo es sobre estas tres partes de ti. Tener tiempo para analizar cuándo y cómo está actuando cada una y si estás agusto con ello o si hay momentos o facetas en las que te gustaría potenciar una u otra.
Te proponemos que lo tengas en cuenta en tu día a día:
|