Si atendemos a la definición que hace la Asociación Española de Coaching nos damos cuenta de que hay una diferencia sustancial: “Un coach es un gestor de la felicidad, una persona que ayuda a eliminar los elementos negativos de la vida con herramientas que facilitan la comprensión de nuestros pensamientos y comportamientos”.
Pilar Conde hace hincapié en:
“El coach podrá ser beneficioso en todas las áreas de desarrollo profesional y personal en las que una persona quiera mejorar, incluyendo salud, economía, diversión y ocio, trabajo y familia; pero con un matiz: que la persona no presente sintomatología clínica como ansiedad o trastorno depresivo».
Si el caso, es el anterior expuesto, la elección beneficiosa para el usuario será la terapia psicológica. Y cuando la persona se encuentre estable, podrá realizar un proceso de coaching.
Pilar explica:
«La línea es muy fina, por lo que la mejor opción es acudir a un psicólogo experto en coaching (PEC) para que pueda asesorarnos; ya que nos garantiza contar con una formación en Psicología, haber realizado la especialización en algún área clínica de intervención y, además, conocer la metodología del coaching”.
Es fundamental entender que para solucionar cualquier conflicto psicológico se tiene que entender previamente sus causas y no limitarse a paliar sus efectos o síntomas.
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