La terapia cognitivo-conductual es la orientación psicológica más popular entre los psicoterapeutas, debido a la extensa validez empírica con la que cuenta. Como indica su nombre, este tipo de tratamiento une características de la psicología cognitiva y de psicología conductual, poniendo atención tanto en el pensamiento del individuo como en su comportamiento.
¿Qué es?
La terapia cognitivo-conductual es un tipo de tratamiento psicoterapéutico que se centra en ayudar y acompañar a los clientes a hacer frente a la necesidad por la que acuden a consulta. Durante la terapia, los individuos identifican, entienden y cambian los patrones de pensamientos y sentimientos que influyen en su comportamiento. Es decir, esta terapia busca dar sentido a un problema psicológico y, para ello, lo descompone en partes más pequeñas: pensamientos, sentimientos y acciones.
La principal ventaja de esta terapia es que ayuda a las personas a adquirir y desarrollar habilidades de afrontamiento que les puede ser útiles en la actualidad y en el futuro.
Cómo actúa en el individuo la terapia cognitivo-conductual
La idea principal de esta terapia es que nuestros pensamientos tienen un papel fundamental en nuestras emociones y nuestros comportamientos. Los pensamientos, sentimientos y las acciones pueden dar lugar a comportamientos negativos y sumergirnos en un círculo vicioso (y negativo) que pueden, a su vez, afectarnos en los distintos ámbitos de nuestra vida (laboral, social, familiar). Por ejemplo, si nuestra relación de pareja termina, podemos sentirnos deprimidos, sin ganas de socializarnos, culpándonos por no haber podido evitar que acabara. Estas conductas (dejar de hacer lo que nos gusta, o simplemente no socializarnos), y estos pensamientos negativos, fomenta nuestra depresión. Y entonces, nos acabamos sintiendo infelices y solos, y con todavía menos ganas de cambiar estas conductas.
La terapia cognitivo-conductual pretende que el individuo, en vez de estar sumido en estos patrones de pensamientos negativos, adquiera otras reacciones racionales para romper con este círculo vicioso. Así, ante una ruptura, en lugar del caso anterior, podemos aceptar la situación, aprender de los errores y seguir adelante. Este nuevo patrón de pensamiento, nos hará sentirnos mejor socialmente, y con nosotros mismos, y con ganas de seguir adelante.
Uno de los objetivo de la terapia cognitivo-conductual es enseñar a las personas que, a pesar de que no pueden controlar todo lo que les sucede (su pareja deja de estar enamorada, la muerte de alguien, un despido), sí pueden controlar cómo interpretar y gestionar las reacciones y las cosas que sí dependen de ellos.
Recordemos que no es la situación la que determina cómo nos sentimos y cómo actuamos, sino nuestro pensamiento acerca de ella y nuestra manera de vivirla.
Etapas de la terapia
La terapia cognitivo-conductual se organiza en tres fases:
- Evaluación psicológica. Esta primera etapa tiene como objetivo conocer a la persona y entender los problemas por los que acude a consulta, así como saber los objetivos que espera conseguir mediante la terapia.
- Hipotesis. Una vez obtenida toda la información necesaria, el terapeuta le explica el origen de las causas y los factores que mantienen el problema, así como se consensuan los objetivos a trabajar
- En la tercera etapa, la intervención, se emplean y aplican las técnicas orientadas a conseguir el cambio que beneficie al cliente y buscando lograr los objetivos planteados Las técnicas empleadas por el terapeuta varían en función del problema y el individuo.
- Una vez terminada la anterior etapa, el terapeuta evalúa la efectividad del programa terapéutico y se aplican los procedimientos para mantener los cambios positivos y prevenir posibles recaídas.