Aceptar la realidad y vivir en el presente

Las personas estamos constantemente intentando entender nuestra realidad y encontrar la manera de cambiarla. Sin embargo, en algunos casos es menos complicado – y más sano- aceptar la realidad tal y como es.

Aceptar no significa conformarse con aquello con lo que no estamos a gusto, sino que hay cosas que no dependen de nosotros y no están en nuestra mano cambiarlo. Podemos no estar de acuerdo con algo que nos está pasando y, aunque no podamos modificarlo, sí podemos cambiar la actitud con la que nos enfrentamos al hecho. Además, aceptar la realidad conlleva prestar atención a aquellas cosas que sí dependen de nosotros. De la otra forma, gastamos energía en cosas que no tienen sentido. Un ejemplo, en una ruptura de una relación en la que uno de los dos ha dejado de querer al otro, ¿de qué sirve que la otra persona insista en que le vuelva a querer? ¿Depende de ella que su expareja vuelva a sentir lo mismo que antes? ¿Puede cambiarlo? No, no se puede.

Otra forma de no aceptar la realidad es pensar que la felicidad se encuentra en un futuro, cuando esta situación que vivimos ahora cambie. Nos convencemos de que cuando, por ejemplo, nos independicemos, encontremos una pareja ideal, o cambiemos de trabajo, entonces seremos felices. Hasta entonces, el ahora, solo es el camino hacia la felicidad. Sin embargo, este pensamiento no es real, es imaginario. Suele pasar que cuando lo conseguimos, no es como esperábamos. En este momento nos sentimos desilusionados y enfocamos nuestra felicidad al momento en que alcanzamos nuevos objetivos que nos hemos marcado. Y así, vamos aplazando nuestra felicidad a un futuro que no conocemos y que hoy no es real. Desde luego no estamos disfrutando del presente, que sí importa y que sí es real.

Aprender a vivir en el presente y aceptarlo

Cuando nos pasa todo esto, estamos viviendo en el pasado a través de los recuerdos, o en el futuro a través de ilusiones y expectativas. Refugiarse en el pasado puede generarnos nostalgia, tristeza o ansiedad, si es algo de lo que nos arrepentimos o con lo que no estamos contentos. El problema reside en que el hecho de que naveguemos entre el pasado y el futuro sin poner atención al presente es un hábito, y los hábitos son difíciles –nunca imposibles- de cambiar, pues nuestra mente ya actúa de manera inconsciente. Pero poco a poco podemos cambiarlo. Es un comportamiento que puede practicarse diariamente y en nuestras actividades cotidianas. Conseguiremos vivir más plenamente cuando seamos conscientes del ahora. Lo que sintamos o pensemos en ese momento presente – ya sea doloroso o triste – es algo real y podemos buscar la manera para enfrentarnos a estas experiencias. Prolongar el sufrimiento del pasado no nos ayuda, sumergirnos en los recuerdos, tampoco. Los recuerdos no son reales y nuestra mente suele transformarlos e interpretarlos. De poco sirve estar constantemente temiendo que no podremos conseguir o enfrentar algo futuro, o lamentar y arrepentirse de algo ya pasado. Debemos de ser capaces de vivir una vida hecha de experiencias positivas, negativas, desagradables, placenteras, dolorosas.

Algunas estrategias que pueden ser útiles para aceptar la realidad

  • No te centres en la emoción que te genera el problema, intenta analizar qué es lo que sucede y las posibles alternativas que sí dependen de ti.
  • Pon atención plena en aspectos del día a día a través de los sentidos. Por ejemplo, sentir el calor del sol, el sabor de alguna comida, los sonidos, las imágenes, presta atención y disfruta de las sensaciones.
  • Cuando notes que estás divagando, date cuenta de que lo estás haciendo. No pasa nada, pero de manera consciente intenta dirigir tu atención al momento presente, no te pierdas todo lo que ofrece el día a día.

 

 

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